Biblioteca Popular Bartolomé J. Ronco

Azul, Provincia de Buenos Aires, Argentina

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AVENIDA MITRE

Por Don José Fittipaldi

Rescatamos en forma completa estas valiosas memorias de Don José Fittipalidi "el poeta del hierro", que fueran publicadas en el Diario Pregón el sábado 5 de diciembre de 1959. Partes de este texto fueron citadas por el Dr. Alberto Sarramone en su "Historia del antiguo pago del Azul".

 

Ofrendo estas modestas líneas al notable maestro escritor, poeta, profesor, historiador  Don Arturo López Claro, vecino querido y hondamente apreciado, símbolo viviente de la docencia y cultura de la ciudad de Azul. También lo hago extensivo a la venerable y sagrada memoria del  querido vecino don José María Diéguez. Y a las tradicionales y antiguas familias que hoy moran y perduran en la gran diosa y espléndida avenida Mitre, que hoy es el tema de mis relatos, que son sintéticos, pues de hacerlo in extenso sería como para imprimir un libro.

Los antiguos la llamaban la calle ancha, luego fue calle Comercio y por último Teniente General D. Bartolomé Mitre, en homenaje al prócer y patricio gloria de la Argentina, América y del Universo.

A ésta pujante y dinámica Avenida Mitre de hoy la recuerdo en mi infancia, en toda su extensión de tierra, con una enorme zanja en el centro, con unos puentecilos de piedra, en bocacalle, grandes veredas, bordeadas de hermosos árboles e iluminación a gas.

Esta novedad de hoy la tuvo la histórica ciudad de Azul desde el año (ilegible) al 1897. Unos esforzados y destacados vecinos progresistas de aquélla época llevaron a cabo, a fuerza de cruentos sacrificios, la instalación de una fábrica de gas, cuyos restos aún perduran en el “barrio del gas”, precisamente, como todavía se llama a la zona Sur de Azul.

Las cañerías mayores fueron  colocadas en el subsuelo de una artística y soberbia (ilegible) la avenida Mitre, pero desgraciadamente su instalación se efectuó defectuosamente y perdían las uniones. La situación se agravó por haberse infectado el subsuelo y se intoxicaron las aguas. Varias veces se cumplieron trabajos de reparación, sin éxito, hasta que la Municipalidad cerró la usina y se malogró la gestión de esos buenos  vecinos promotores, que se arruinaron económica mente.

Siempre se habló a través todos los tiempos de dotar la avenida con un grandioso puente, sobre el arroyo Azul, pero jamás se llevó a cabo. Si los caracterizados vecinos de hoy lograran tan hermoso proyecto, la gran avenida cobraría matices estupendos. Mi fantasía  la hace nacer en el Arroyo de los Huesos y morir en el Tapalqué.

 Por esa arteria desfiló todo un soberbio período del historial de Azul. Estaban sus más grandes talleres. Donde hoy se levantará un rascacielo, entre Rivadavia y Maipú, había un taller extraordinario, que fabricaba carros y carruajes, de la firma Bernasconi y Pestoni,  verdadero orgullo de aquella época. Sobre la esquina de Uriburu estaba uno de los primeros teatros de Azul, de la familia Otegui, que a fines del siglo un pavoroso incendio lo destruyó, privando a la ciudad de un lugar de expansión y cultura.

En esta avenida era común denominar las esquinas por el negocio que ocupaban o por las familias que residían. Así que desde el arroyo al Ferrocarril le decían esquina del Dr. Sayús, o la de Loguercio, o la de Montenegro, o la de Castel, de Murga, Otegui, “El pobre diablo”, de Blanco, de Diéguez, de Vieira Vaz, de D´Alessandro y así otras más. Recalco  que la esquina del señor José María Diéguez es la más antigua que honra  la gran avenida y la de los señores Vieira Vaz o de los portugueses, donde está hoy la casa de comercio de Borghi Hnos.

Estos buenos portugueses tuvieron el gesto de construir el gran edificio que hoy es propiedad del Jockey Club, hermosa y señor obra de todas las épocas. El constructor fue el señor  don José María Caputi, uno de los artesanos más competentes que tuvo Azul, a quien se debe también el “Palacio Renaud”, donde está “El Ciudadano” y también fue obra suya el Palacio Municipal, obra de clásico estilo, que hoy cobra relieve al anuncio de sacarse el caserón que ocupaba la Escuela Normal. El Palacio Municipal se yergue imponente, majestuoso, imponiendo su frontispicio su perenne juventud.

Recuerdo de niño el paso turbulento del resto de los indómitos y bravíos indios del gran cacique mayor de los pampas, el legendario y valiente gran don Cipriano Catriel “Marí Ñancú”. Vencidos y redimidos, terminaron por plegarse a nuestras costumbres y trabajo. La mayoría se cristianaron y optaron por nombres castizos.

Formaron su barrio bajando el puente S. Martín en Villa Fidelidad. Fracciones de estos aborígenes se ganaban el sustento trabajando en la curtiembre de lo beneméritos hermanos Piazza. Allí su trabajo era matar, carnear y cuerear yeguarizos. Terminada la labor diaria, aparte de sus jornales, los hermanos Piazza les regalaban enormes cantidades de carne equina, que ellos acomodaban sobre el lomo de briosos caballos y con esos carros sangrantes colgando, retornaban por la avenida Mitre y escuchábamos nosotros, niños entonces el tropel de sus cabalgaduras, sus cantos o alaridos y sus estridentes silbidos, quizás en una añoranza de sus épocas de predominio y grandeza por las inmensidades de muestras pampas, en un salvaje esplendor.

Recuerdo y hago presente que dos buenos y abnegados vecinos, don Aquiles Pouyssegur y don Luis Giffoni, uno francés y otro italiano, decidieron instalar una fábrica de alcohol y caña. Tras cruentos sacrificios y largos días de labor, su propósito se realizó. La materia prima era nuestro espléndido maíz. La fábrica se instaló en la avenida Mitre entre Rivadavia y Alvear, lugar donde antes estuvo la fábrica de Bernasconi y Pestoni; luego fue corralón municipal y ahora se anuncia la construcción de un rascacielos. La producción fue de excelente calidad: un alcohol finísimo y una caña exquisita. Ya tenían almacenados 200.000 litros, cuando ocurrió una incidencia que los fabricantes no pudieron suplir. Se planteó un alegato judicial y la noble fábrica fue cerrada. Los promotores de la empresa sufrieron lo indecible. Y, asómbrese lector, lo que ocurrió una hermosa tarde de 1904. La justicia ordenó a los fabricantes e impuso el decomiso de la mercadería. 

Y así vio arrojar 250 mil litros de finísimo alcohol y lindísima caña que se canalizaron por la ciudad en dirección al arroyo Azul. Este bochornoso espectáculo lo vio toda la ciudad. La gente se sirvió a gusto con baldes y tachos. Luego, en la noche, no faltó un insensato que dio fuego al líquido, provocando una escena digna de Nerón, algo dantesco, mientras las gentes del barrio exhibían la más grande y gratuita borrachera de todos los tiempos. Perdió Azul una obra de progreso y se arruinaron económicamente los vecinos Pouyssegur y Giffoni.

Recuerdo también un pasaje emotivo por esta Avenida. Un benemérito y laborioso genovés, don José M. Peluffo, tenía una tropa de carros de carga, cuyo paso era habitual por la avenida. Entre los hijos del señor Peluffo había uno dueño de un vigor físico extraordinario. Este manejaba un gran carro con tres hermosos percherones, tordillos. Sobre todo el que oficiaba de cadenero, que era el que majestuosamente iba adelante y que nosotros queríamos sobremanera y en cuanta parada lo había lo mimábamos palmeando su recio pecho o su noble frente. Este noble y hermoso caballo tordillo se quedó ciego y fue radiado del trabajo. Se entristeció, no quería comer, y cuando escuchaba ruido de apresto de trabajo de los carros relinchaba desesperadamente, hasta que el buen amo entendió su pedido y lo unció a su misión de cadenero, que el noble y fiel animal aceptó con alegría, y cumplió por largos años su trabajo, atento a su amo y objeto de las manifestaciones admirativas de los niños.

La avenida Mitre fue lugar privilegiado de cuanto acontecimiento se realizaba en el Azul, lugar de corrida de sortijas y fuegos de artificio, salida y entrada de trilladoras tiradas a bueyes o a vapor, salida y entrada de las clásicas y típicas diligencias o galeras, que al salir y llegar con estridentes toques de cornetín de sus postillones, ponían una nota de emoción en el barrio; como también la quemazón del Dios Momo, que todavía perdura.

El advenimiento del venerado Dr. Don Ángel Pintos a la Intendencia de Azul marca un jalón importante.  Debía ser esta grandiosa figura política y médico, a quien le incumbiría el insigne honor de transformar la calle de tierra en pavimento a macadam. Primero lo fue la de Colón y Arenales Esta transformación las convirtió en lugar privilegiado de la sociedad azuleña del año 1900 a 1910.

Esta avenida se vistió de fiesta durante estos años. En las tardes era el lugar elegido para los paseos favoritos y después de las 16, las familias se acomodaban en artísticos bancos frente a sus casas, luciendo sus mejores atavíos mientras empezaba en la calzada un desfile estupendo de carruajes de toda marca y estilos, no yéndole en zaga empingorotados jóvenes montados en soberbios y hermosos caballos de raza, acompañados de hermosas jóvenes amazonas.

Aquello semejaba un petit Campos Eliseos o un petit Palermo. No señor. Era un trozo de la avenida Mitre de Azul. En esa época se realizaron desfiles militares, corsos de flores, concursos de máscaras y escenario para desfile de grandiosos conjuntos musicales.

Luego de nuevas transformaciones, que cúpole realizar al prestigioso vecino Doctor Agustín J. Carús, en período eficaz de su intendencia,  ha sido el incentivo para que en ella se haya erigido con justicia y gran honor la estatua del venerado e ilustre patricio. Antes, en el año 1908, se colocó una gran placa de bronce en la casa del señor Blanco.

En la esquina de Mitre y 25 de Mayo se realizó el grandioso homenaje a la santa figura del insigne y glorioso obispo de Azul, Monseñor César A. Cáneva. Homenaje y jubileo de este artífice y preclaro gestor y autor de la grandeza material y espiritual de Azul, y también cúpole a esta avenida haber rendido su postrer homenaje y su último saludo, el adiós a sus restos mortales, en camino ya hacia la gloria infinita.

 

Termino estas pequeñas acotaciones del libro de mis memorias, no queriendo omitir un recuerdo por mi admiración y respeto por esta gran avenida. En ella pasé los primeros días de mi vida. Mi señor padre tuvo su primer taller de herrería en esa avenida Mitre y Uriburu, hacia el año 1886. Y en esta avenida saludé por última vez a una ilustre figura de Azul, querida y venerada. Me refiero al gran artista, pintor, insigne maestro don Alberto López Claro, al que le debo mis primeras lecciones de dibujo y cuyo recuerdo sagrado y querido será lámpara votiva cuyos destellos no dejaré jamás apagar a su santa memoria.

 

Creado: 2015-02-24 13:18:57 - Modificado: 2015-02-24 13:18:57

Comentarios

MARCOS - ([email protected]) dijo:

Realmente es una belleza, no lo conocía, mi querida calle Bme Mitre, en la cual nací (Sanatorio Azul), poseo comercio y vivo desde hace casi 57 años

2015-02-24 13:44:22

MARCOS - ([email protected]) dijo:

Realmente es una belleza, no lo conocía, mi querida calle Bme Mitre, en la cual nací (Sanatorio Azul), poseo comercio y vivo desde hace casi 57 años

2015-02-24 13:44:24

Haydee R,M.Peralta Fittipaldi - ([email protected]) dijo:

Me sorprendió y emocionó este artículo ya que soy nieta de José Fittipaldi y si bien tengo hermosos recuerdos de mi abuelo, algunas cosas no las gustaría saber si hay mas material al que pudiera acceder.Gracias

2016-02-06 17:01:13

Haydee R,M.Peralta Fittipaldi - ([email protected]) dijo:

Me sorprendió y emocionó este artículo ya que soy nieta de José Fittipaldi y si bien tengo hermosos recuerdos de mi abuelo, algunas cosas no las gustaría saber si hay mas material al que pudiera acceder.Gracias

2016-02-06 17:01:37

nancy e fityipaldi - ([email protected]) dijo:

Yo tambien soy nieta de don José Fittipaldi!!! , y prima de Hayde !! Si bien en mis años de relación con el ya residian en Olavarría ,me encantaría saber si hay mas de estos escritos maravillosos . Gracias

2016-07-04 04:10:43

nancy e fityipaldi - ([email protected]) dijo:

Yo tambien soy nieta de don José Fittipaldi!!! , y prima de Hayde !! Si bien en mis años de relación con el ya residian en Olavarría ,me encantaría saber si hay mas de estos escritos maravillosos . Gracias

2016-07-04 04:10:46

Nancy Fittipaldi dijo:

Hago la salvedad del error al escribir mi apellido en el primer mensaje Gracias.

2016-07-04 04:15:56

 

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